UXUE BENGOA

El masaje

Darío quiere darme un masaje. Mientras yo me ducho él baja a comprar algo para desayunar y al subir también ha encontrado un aceite...

Darío quiere darme un masaje. Mientras yo me ducho él baja a comprar algo para desayunar y al subir también ha encontrado un aceite. Qué bien. 

¿Qué tipo de masaje me vas a dar? Le pregunto. ¿Qué tipo de masaje quieres? Pues… uno de esos que empiezan y no se sabe cómo van a terminar. De esos sí que sé. Sonríe.

Me quedo tendida en la cama. Retiro la toalla, todo lo larga que soy, con el pelo todavía húmedo.

Ponte boca abajo. Así lo hago. Con la cabeza ladeada hacia la derecha, las manos sobre la almohada y los ojos cerrados. Me dejo hacer, no hay como estar en buenas manos. 

Oigo el clic cuando abre el aceite, lo vierte sobre sus manos y las frota entre sí. Eso ya me está excitando. Ya están sus palmas en mi espalda, a la altura de mi cintura; presiona un poco, va subiendo hacia los omoplatos, hasta los hombros, los recorre, ahora los brazos, ahora las manos, los dedos, los dedos uno a uno… Ahora de cintura para abajo, las caderas, el trasero, los muslos… el interior, las pantorrillas, y los pies…enteros, de ida y vuelta. Y otra vez a empezar hacia arriba por el lateral de las piernas, las caderas, los costados, las axilas, los brazos… Lo haces muy bien, le digo. Pues no tengo ni idea, responde él. Se lo habrás hecho a muchas, seguro. Se ríe, no creas. Ahora está masajeando el cuello, ahí sí que no puedo aguantar, me retuerzo… No te muevas, y se pone detrás de mí, sujetando mis piernas con las suyas. Siento todo su peso clavado en la cama entre mis muslos. Está inclinado hacia delante encima de mi espalda, trabajando la parte alta con los dedos. No te voy a estropear nada por lo menos, me dice. Sé lo que estoy tocando. 

Ahora baja otra vez por la espalda, rodea los glúteos, tengo una sensación… con los dedos baja por los pliegues y se mete entre mis piernas, recorre el interior, se va metiendo poco a poco, hurgando, o rozando apenas… pasa la mano plana sobre mis labios, vuelve varias veces, y se retira. 

Date la vuelta. Me pongo boca arriba. Le miro, parece que le gusta lo que hace. Cierro los ojos otra vez. Empieza ahora por los pies, sube por las piernas que masajea enteras, insiste en los músculos. El vientre, las costillas y muy despacio cubre los pechos. Esto me está gustando. De nuevo en los brazos, los hombros, y el cuello donde aplica sus manos de arriba abajo. En el cuello es donde me mata. 

De pronto para. ¿Qué pasa? Abro los ojos. Vuelve a cerrarlos, me ordena. Durante unos segundos no ocurre nada. 

Sus manos vuelven a mi vientre. Van bajando. ¿Puedo seguir por aquí?  No sé por qué pregunta… pero me gusta. Claro que puedes. Sus dedos se deslizan por mis ingles, por mi monte de Venus y desciende plana muy lentamente, se queda un rato ahí, con la palma de la mano, solo en la superficie. De pronto se tumba a mi lado, sin retirar la mano. Parece que el masaje ahora se concentra ahí, pero se desliza por los muslos y regresa. Noto su mano reposar en mi espalda. Esperaba algo más directo, me gusta el camino que toma, me gusta mucho más ahora. Yo hago mi parte y deslizo mi mano por su cadera, por el trasero, por la espalda, por los brazos. Así nos quedamos largo rato, recorriendo centímetro a centímetro, sin destino concreto, solo para reconocernos poco a poco, para sentirnos…  Me gusta su boca, masajea mi lengua con la suya, sus labios empapados por mi mentón y por mi cuello, yo busco su oreja, la mordisqueo,  reconozco los huecos con la punta de mi lengua.

Solo levanto mi pierna por encima de su cadera − mi favorito− ya me está buscando, intentando entrar en mi jardín… se desliza despacio y no se mueve unos segundos, pegado a mi pecho. Hago pequeños círculos con mi cadera, cambio el ritmo de adelante atrás y vuelvo a bambolearme, solo un poquito, no hace falta más…

es_ESSpanish
Powered by TranslatePress

Menú