UXUE BENGOA

Hoy me toca a mi

Estás sobre la cama, esta vez eres tú el que está atado con mucho cuidado, no puedes soltarte, te destrozarías las muñecas si tiraras. He pedido a un amigo que te ate como yo lo haría...

Estás sobre la cama, esta vez eres tú el que está atado con mucho cuidado, no puedes soltarte, te destrozarías las muñecas si tiraras. He pedido a un amigo que te ate como yo lo haría, y hago las cosas a conciencia. Los ojos tapados con el foulard negro aquel ¿recuerdas?

Llevas unos vaqueros y unas bonitas zapatillas y los calcetines cuidadosamente elegidos, ya sabes… vestir con estilo es una forma de decir quién eres sin tener que hablar.  El torso al aire. El slip sobresale un poco por encima del pantalón. Interesante. 

Así estás. A mi disposición. 

Te diré lo que llevo. Un vestido azul añil de Calvin Klein, de manga corta, muy ceñido, con un bonito fruncido en forma de lazada entre los pechos (llama mucho la atención…), largo hasta la rodilla, pero no perdona ni una curva. Medias negras completas. Debajo, mismo color en todo, incluido el liguero. Los zapatos son cerrados, muy altos con tacón algo grueso, como para bailar bachata ¡pero no sabes lo mal que lo hago!

No voy a decir nada. Sonrío al verte así. Me acerco, hago ruido al andar. Has movido tu cabeza en mi dirección. Me detengo. Me siento a tu lado en la cama, a unos centímetros. 

Te miro. Pongo mi mano en tu brazo, por encima de tu axila izquierda, tienes vello, como a mi me gusta. Mi mano va bajando hasta el vello, mi índice juega con él, lo meto dentro, está algo húmedo. Me gusta. 

Me tumbo a tu lado, todo a lo largo, con mi brazo derecho sujeto mi cabeza, te miro de cerca. Mi mano izquierda llega a tu pecho, lo recorro entero, muy suavemente, acaricio un pezón… y luego el otro… Llego al cuello, a tu cara. Me acerco despacio, sientes mi aliento. Te miro. Humedezco mis labios y los rozo con los tuyos, tocándote apenas. Me separo un poco. Te has quedado con la boca abierta.  Respiras fuerte. Vuelvo a acercarme, esta vez mis labios se quedan algo más, poco a poco. Tu lengua aparece, despacio, la toco con la mía, ambas se entrelazan, muy suavemente, se deslizan la una sobre la otra, la otra sobre la una. Lo haces bien. ¡Qué ganas de tu boca! Muerdo tus labios, los lamo lentamente. Quiero estar un rato así. Parece que te gusta. Mientras, mi mano izquierda es traviesa, baja y palpa tu entrepierna. Todo normal. Te meto mano como quiero, pero parece que no hay queja. 

Creo que voy a desvestirte. De rodillas sobre la cama, te desabrocho el cinturón, el botón, bajo la cremallera muy despacio, rozándote con mi mano. Voy más abajo, estoy delante de tus pies,  quito la lazada de una zapatilla y la saco despacio, misma operación lenta y cuidadosa con la otra. Sí, me gustan los calcetines, los bajo despacio uno a uno hasta quedar enrollados en la planta y tiro de ellos dos. ¡Al suelo van! ¡A por los pantalones! Otra vez a la altura de tu cintura, te miro, te dejas hacer con una media sonrisa. Me ayudas un poco levantando tu trasero, y bajo tus pantalones, ya puedo tirar de las piernas y salen solos.

Creo que te voy a dejar con el slip. 

Voy a por un poco de cuerda que tiene que estar por ahí. Aquí está. Te voy a atar las piernas, quiero controlarte del todo, tienes mucha fuerza, no quiero resistencia. Te dejas atar. Tú sabrás…

Ahora estás con las piernas abiertas, atado a las esquinas de la cama, y los brazos, juntos, atados por encima de tu cabeza. ¡Qué visión! Me encanta. 

Vuelvo a tu lado, igual que estaba, tumbada sobre mi costado derecho. Me pego a ti, para que me sientas. Mando yo.  Paso mi pierna derecha por encima de tu pierna izquierda, mi rodilla se apoya en la cama entre tus piernas abiertas. Quiero que me sientas entera, vestida, y tú casi desnudo, sin poder moverte. Te miro. ¿Te afeitas las piernas? Bueno. 

No dices nada, esperas, paciente. Me inclino sobre tu cabeza y te beso, esta vez te acaricio sobre el slip, te palpo despacio, te agarro. Te revuelves al notarme. Te toco a placer, los muslos, el vientre, el torso, los brazos… Tus axilas me encantan, te huelo, quiero conocer tu olor, sin perfumes, sin adornos. Deslizo mi lengua sobre tu vello, meto mis dedos. Te beso otro rato. 

Me pongo de rodillas a tu lado, creo que voy a soltarte una mano: eres diestro, la derecha pues. Ya la tienes libre, pero estás ciego. De rodillas delante de ti, te cojo la mano y la dejo descansar sobre mi escote. La paso sobre mi hombro vestido, la hago bajar sobre mi pecho, la dejó ahí un poco, lo agarras. Sigue tú. Agarras el otro pecho también. Bajas por el vientre, pasas por la cintura, por la cadera, bajas al trasero, me das un empujón hacia ti. Me quedo tumbada encima, buscas mi boca, mientras me agarras por detrás. Estás aprovechando bien el único brazo disponible que tienes. Otro ratito así. ¿se te está haciendo largo? Pienso, pero no digo nada.

Tengo calor, voy a desvestirme. Me suelto despacio de tu brazo y de tu boca. Me pongo de pie y me quito los zapatos, bajo la cremallera de mi vestido como puedo y lo dejo caer. Vuelvo a la cama, delante de ti, mirándote. Te cojo la mano libre, la vuelvo a poner otra vez sobre mi escote. Puedes hacer el mismo recorrido. Bajas sobre el pecho, lo agarras y metes la mano dentro del sujetador. ¡Bribón! Buscas el pezón, ahí te quedas un rato. Tu respiración se acelera, la mía también. Bajas por el vientre, tocas el liguero, las tiras ¡qué lío! Llegas más abajo, me tocas encima del encaje, aprietas, me balanceo un poco, respiro fuerte. Te agarro la mano, para que la dejes ahí, fin de ruta. La suelto, metes tus dedos dentro, entre mis piernas, entre los muslos y la deslizas de nuevo hacia arriba. Tu índice me roza, tus dedos juegan conmigo. Otro rato ahí dentro… Ya no puedo más. 

Me levanto. Busco algo. No sabes qué pasa. He encontrado lo que buscaba, unas tijeras. Lo digo en algo. “¡Tijeras!” Las abro y cierro a unos centímetros de ti, para inquietarte. No te mueves, sonríes. ¡No sonrías tanto! Podría ser peligrosa.

De pronto te agarro del slip y tiro fuerte de un lado, meto la tijera y lo rasgo de una vez. Te sorprendes y das un respingo. Me aparto un poco por si haces algún movimiento, no quiero lastimarte. No te mueves. Entonces repito la operación con el otro lado, desgarrando toda la parte delantera. Te saco la prenda de un tirón. Ya estás desnudo.

¡Qué bien te ves! Así, tan … erguido… Con vello también aquí, como me gusta… Quiero mirarte despacio, memorizar tu forma. Te agarro fuerte, te acaricio arriba y abajo, te estremeces, más y más. Un ratito así…

Creo que quiero ver esos ojos castaños. Te quito el vendaje. Me ves y sonríes, me miras entera.

Me siento sobre ti a horcajadas, te beso. Otro beso, con la mano libre, mientras, me desabrochas el sujetador. Me revuelvo encima de tu vientre. Me incorporo un poco, aparto un poco el tanga y te meto dentro de mí, hasta el fondo. Pongo mis manos sobre tu vientre, me apoyo para moverme, arriba y abajo, cimbreo mis caderas adelante y atrás, muy despacio. Te revuelves. Me inclino sobre ti, por tu lengua húmeda, tu mano agarra mi pecho. Me levanto de nuevo, sigo balanceándome, veo que te gusta el ritmo, te retuerces… ya estoy gimiendo… me sigues…

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