Te propongo un escenario.
Estoy en una habitación, sobre una cama, atada. Llevo unas esposas que me unen a los barrotes del cabecero. No, mejor un foulard bien atado, pero bien de verdad, con varias vueltas alrededor de mis muñecas, o una cuerda. No me puedo soltar. Las esposas hacen daño, sobre todo al girar, y no quiero dolor. Con la emoción de sentirme indefensa y sin control me vale.
Otro foulard negro tapa completamente mis ojos, no puedo ver nada. Así, estoy tendida en la cama, boca arriba, indefensa. Así me ves cuando abres la puerta. Yo no sé quién eres, pero espero que seas tú, quiero que solo seas tú.
Llevo puesto un tanga muy pequeñito, de encaje negro, semitransparente. Un liguero negro y un sujetador de encaje rojo oscuro, me gusta más el granate, no tengo ninguno así, lo tendré que buscar. Llevo unas sandalias totalmente abiertas, de tiras negras, con un tacón muy alto, que es una tortura, de hecho creo que solo están hechas para llevar en la cama.
Puedes hacer lo que quieras. Puedes hablar o no hablarme. No me hables. Haz lo que quieras. Reglas: no humillaciones y no violencia. Puedes ser vigoroso, usar tu fuerza, no me rompo.