Tarde de sábado, estamos en tu casa, recién estrenada. Ayer trasnochamos y no he dormido lo que tenía que dormir. Después de comer decido subir a descansar. Tú te quedas abajo, avísame cuando empiece el rugby, quiero verlo contigo. Decido darme una ducha antes de tumbarme, hoy no me arreglo el pelo, lo dejo al natural, fosco como es. Esta noche saldremos a cenar, debería dormir algo, pero la verdad es que se me han pasado las ganas. Me sienta bien tumbarme, pero las siestas no me dan buen resultado, duermo demasiado tiempo y me levanto rara. Mejor cojo un rato el portátil y hago algo.
Leo alguna cosa, estoy de vacaciones al fin y al cabo. Miro fuera, por el ventanal. Me encanta este ventanal sobre esta pequeña avenida. Me gusta esta casa victoriana de dos plantas. La vas a disfrutar un montón. No me gustan las cortinas que has puesto, pero entiendo que siendo británico es difícil elegir mejor. Es tu casa, sabes que no me gusta entrometerme.
Ha pasado una hora, yo estoy sentada en la cama. Tú subes despacio las escaleras y entras en el dormitorio. No hay partido, dices. Voy a afeitarme, ya son cuatro días sin afeitarme. A mí me gusta esa barba de días, pero como quieras.
Cuando terminas, sales del baño y te acercas a la cama, llevas algo en la mano: aceite ¿me vas a dar un masaje? Sí, dices sonriendo.
Me falta tiempo para levantarme, dejo el portátil debajo del ventanal; no hay más muebles por ahora donde ponerlo, solo la cama, y un bonito baúl de cerezo. Vuelvo a la cama, y me siento como estaba. ¿Que qué música tengo puesta? King Sis. Con el aceite en una mano, con la otra bajas un tirante de mi camisón, luego el otro, y me lo bajas hasta la cintura. Pones un poco de aceite en la palma de tu mano y luego lo compartes con tu otra mano. Entonces pones tus manos en mis pechos y empiezas a extenderlo. Ya me he puesto yo crema, digo. Creo que te hace falta algo más, dices tú. Masajeas muy despacio, en círculos, lo extiendes hacia abajo, y luego subes por los brazos y vuelves a bajar. Me está sentando bien.
Creo que tienes que tumbarte. De acuerdo, jefe, digo. Me tumbo. Me quitas el camisón. Ahí estoy, tumbada desnuda. Inclinas la botella de aceite y dejas caer un chorro entre mis pechos hacia el ombligo, y unas gotas encima de mis muslos. Dejas la botella y tus manos ya están sobre mí, recorriéndome entera, despacio. Vuelves a hacer círculos sobre mis pechos, eso me gusta mucho, me pellizcas los pezones… Masajeas los brazos, mis manos… Bajas por mi vientre, más abajo, sí me acabo de afeitar yo también. Sonríes. Lo recorres todo despacio, pero no te paras en ningún sitio, me dejas con las ganas. Me gusta tu mano entre mis piernas. Bajas hasta los pies, ahí te quedas un rato, me masajeas las plantas. Sí sigues así sí que me voy a dormir.
No, date la vuelta, dices. Lo hago encantada. Ahora vas al revés, de los pies hacia arriba. Subes por los glúteos y te quedas ahí un rato, aquí hace falta un extra de aceite, dices… Me encanta como masajeas la espalda, el cuello. Pasa un rato y parece que ya has terminado el masaje. Me doy la vuelta. Entonces te levantas y tiras de mis pies hacia abajo, las piernas se me han quedado fuera de la cama, pero las doblas y me dejas con las rodillas en el aire. Me abres las piernas y te sientas en el suelo. Ya veo por dónde vas. Me relajo totalmente, tumbada boca arriba, y cierro los ojos. Noto tu mano acariciando mi monte de Venus, noto que extiendes algo más de aceite. Faltaba esta zona, dices. Sí, estoy de acuerdo… Haces círculos sobre mi pubis, y tus dedos bajan por las ingles, entre las piernas, con los dedos lo extiendes encima de mis labios, rozando apenas. Tus dedos se deslizan por el centro, pero desaparecen enseguida, me dejas rabiando. Sigues acariciando todo alrededor, con las dos manos, con los dedos. De pronto paras y te retiras. Me alarmo, pero no abro los ojos. Espero. Entonces noto un dedo que se abre paso, muy despacio, hurgando un poquito, muy poco a poco. Vaya, eso está bien. Metes el dedo un poco y lo sacas. Repites la operación, esta vez vas un poco más lejos. Otra vez te vas. Bribón… Sigo con los ojos cerrados, no pienso abrirlos, quiero centrarme en todas las sensaciones. Vuelves a entrar y llegas más lejos, ahora te quedas un rato moviéndote dentro, y sales de nuevo. Al rato apareces, esta vez con dos dedos, siento más presión y más ganas. Me estás poniendo muy… nerviosa… Viendo el efecto que me producen tus dos dedos, sigues y sigues, hurgando, dentro y afuera… No puedo pensar en nada… Entonces, noto que vas saliendo muy despacio, cuando ya me tienes del todo. Durante unos segundos no te siento. Al rato vuelves, noto tu aliento caliente antes de sentir tu lengua que empieza a rozarme de abajo arriba, muy despacio. Me estremezco. Lo repites otras dos veces, y tus dedos se abren paso, y noto tu lengua jugando conmigo… Como me gusta esa forma de besar… Tu lengua busca el punto justo, y lo encuentra, lo rozas una y otra vez con la punta. No pares… Entonces bajas un poco y la metes poco a poco, me quiero morir… Me encanta sentir tus labios pegados. Abres la boca y siento tu aliento caliente y húmedo, y tu lengua que sigue jugando conmigo, unas veces fuera otras veces dentro, cada vez más intensa… Debo estar chorreando ya…
Entonces te incorporas y te tumbas a mi lado, me besas. Me gusta también ese beso después se saborearme. Mientras, tu mano vuelve entre mis piernas, ahora sí que me tienes del todo. Con esa lengua tuya… Aprovecho para ver cómo estás tú, la cosa promete mucho. Estabas deseando que te agarrara ¡cómo lo veo en tú cara! Nos tocamos el uno al otro, un rato..
Ya no aguanto más… Te levantas y me agarras de las piernas, me colocas un cojín debajo, y te metes dentro, muy despacio, un poco solo y vuelves a salir. Otro poco, un poco más, y vuelves a salir. Y así repites varias veces. Me acostumbras a tu ritmo y me dejo llevar por las sensaciones… Por fin entras para quedarte y te siento entero dentro de mí. Empiezas a moverte despacio, en círculos, y después de fuera adentro, muy muy despacio… Estoy rabiando, cada vez necesito más… Tengo los ojos cerrados. Vas moviéndote algo más deprisa, algo más intenso. Yo me dejo… Creo que ya me vas a hacer llegar… sí ya me tienes al borde y lo estás notando, vas apretando más y tú también te dejas llevar…