UXUE BENGOA

Una tarde con Etiene, el escort

Anne está sola. Ya lo había contratado antes. Ella me comentaba lo difícil que es encontrar a alguien con quien merezca la pena pasar un buen rato...

Te voy a contar lo que pasó el viernes, como quedamos, para que tú también lo disfrutes. Me gustó mucho. Ya le había visto antes en casa de mi amiga y tenía muy buen aspecto. 

Anne está sola. Ya lo había contratado antes. Ella me comentaba lo difícil que es encontrar a alguien con quien merezca la pena pasar un buen rato y tener garantías de que se vaya a comportar. Sin conocer al hombre en cuestión hay muchas posibilidades de que no haya sintonía, no se dé el respeto esperado, vaya solo a lo suyo, no tome las medidas necesarias, o incluso sea peligroso. Ya en una relación que se construye poco a poco es complicado, en este tipo de encuentros la cosa es aún más difícil. Así que para qué vamos a complicarnos la vida cuando hay profesionales que dominan las artes amatorias. Ya sabemos que es un alquiler, pero lo otro a veces es mucho peor e incierto.

Ese día Anne quería que este hombre la acompañara a un evento y después irse a su casa con él. Como tú y yo ya habíamos hablado de esta posibilidad, aprovechando que ella iba a quedar con él, me fui a casa de Anne para darle un vistazo. Llegó a la hora señalada. Tiene muy buena planta, 1,85 más o menos, calvo ya casi totalmente, complexión media, deportiva pero muy natural. Venía en traje de chaqueta, y lo llevaba la mar de bien. Tez mediterránea, su nariz y rasgos me parecían algo magrebíes. Efectivamente es de origen argelino. Me pareció un tipo que sabe lo que hace y dónde va. Todo pintaba muy bien. Anne me confirmó que aquella vez había ido de nuevo sobre ruedas. 

Como hablamos tú y yo, lo cité para pasar una tarde con él, aprovechando que tú bajabas a Galway por unos días. Tú muchas veces te quejas de que ya no llegas a todo, no puedes hacer muchas cosas que me gustan, y te frustras.

Fue el viernes pasado cuando quedamos. Debiste transmitirle muy bien cómo soy porque su performance se adaptó perfectamente a lo que me gusta. Anne me ayudó en la coordinación final, porque yo no quería hablar con él de ninguna manera antes del encuentro. Quería que fuera un absoluto y total desconocido para mí, ese era el punto de emoción. Ella le dio el juego de llaves que yo le dejé para que pudiera entrar libremente a la hora acordada, las cuatro de la tarde. 

Yo estaba preparada, sentada en el sillón cerca de la entrada, en la esquina de la chimenea. Me había puesto un vestido negro, el que tiene una anilla de acero en el escote. La ropa interior era toda blanca ─ semitransparente con encaje ─, y medias completas. Como habíamos hablado, yo llevaba puesto un antifaz negro que no me permitía ver nada. La idea era permanecer con él todo el tiempo y no decir ni una palabra. Eso era lo que yo había pedido. Toda la representación corría de su parte, yo no había dado ninguna instrucción más, solamente la información que tú le habías dado.

Tres minutos después de las 4 se abría la puerta automática. Entró un coche, pero el motor no era conocido. Yo estaba sentada en silencio en el sofá, de espaldas al camino de entrada desde la puerta. Alguien gira la llave y entra muy despacio, con ruido de zapatos. Cierra la puerta y se detiene en la entrada. Está mirando el panorama. Después de unos segundos camina por la entrada hasta colocarse detrás de mí. Ahí se detiene. Hay una presencia, a mi espalda, pero no dice nada y no se mueve. De pronto se hunde el respaldo del sofá a ambos lados de mí. Ha apoyado sus manos y está sobre mi cabeza. Me está observando en silencio. Así permanece unos segundos. Noto su aliento. Un dedo recorre muy despacio la parte baja de mi cuello. El hombre se mueve, sigo el ruido de sus pasos. Está de pie. Se detiene de nuevo, sin decir nada. Sus manos se colocan en el lateral de mis hombros, me coge suavemente invitándome a levantarme. Estoy de pie ahora. Sin mover sus manos, me hace girar 90º C, estoy mirando a la chimenea. Sus manos se deslizan por mis brazos y desaparecen. Después de unos segundos baja la cremallera del vestido, pausadamente, lo deja caer por mis hombros y me ayuda a sacar los pies mientras pone su mano izquierda sobre mi cadera. Me coge de nuevo por los hombros y me sienta en el mismo lugar donde estaba. Camina un poco y se coloca detrás de mí. Apoya sus manos en el sillón de nuevo, se queda así unos segundos y después las retira. Da unos pasos hacia atrás, parece que coge algunas cosas y vuelve hacia mí.

Siento una pluma en el escote, recorre despacio mi cuello, los brazos, va bajando por el vientre donde empieza a hacerla girar sobre el ombligo, desciende hasta mis muslos y acaricia con ella el interior de uno y luego el del otro, haciendo varias veces la ida y la vuelta. Me estremezco. Se sienta a mi izquierda. Una mano pasa por encima de mi escote, salta hasta mi vientre y luego se coloca en el interior de mis muslos, muy lentamente se desliza de arriba abajo. Aprovecho para coger esa mano, la agarro y toqueteo los dedos: son largos, es una mano grande, angulosa, quiero reconocerla. Luego la suelto. La mano aparece otra vez en el lateral de mi cabeza y me hace girar, su aliento frente a mí. Sus labios están ahora parados sobre los míos, sin moverse, empiezan a abrirse, mi lengua sale a buscar y encuentra la suya. Mordisquea mis labios, mete su cabeza en mi cuello y besa mi escote, baja por mi pecho, retira ligeramente el sujetador, su lengua humedece mi pezón, lo lame, una y otra vez.  Cómo me gusta lo que hace… Me muevo hacia delante y hacia atrás, la corriente me recorre entera.  Durante unos segundos me deja sola y no hace nada.

Me toma por los hombros y me levanta, me lleva hasta la escalera y coloca mi mano sobre la barandilla, invitándome a subir. Me toma de la mano izquierda libre y coloca la suya en la parte baja de mi espalda para guiarme a ciegas al subir. Subimos muy despacio. Entramos en el dormitorio. Me sienta sobre la cama y me hace tumbar, estirada. Parece que coge algunas cosas, vuelve a la cama y me agarra de las manos, tira fuertemente de mí hacia arriba. Empieza a enrollar cinta alrededor de mis muñecas, vuelve a tirar de mí para acercarme al cabecero de forja y me ata a él con los brazos juntos. Oigo como deja objetos sobre la mesa, y se sienta a mi lado en la cama. Espera un poco, su aliento está a unos centímetros. Su mano vuelve a mi escote, baja las dos copas y deja mis pezones al aire. Los rodea con un dedo, desaparece, y después el mismo dedo regresa, pero mojado. Ahora noto su boca y su lengua. Lame ambos pezones, un rato. Una mano plana se desliza por mi entrepierna, hacia delante y hacia atrás. Vuelve a parar. Se levanta y oigo como se desviste. Casi reconozco cada prenda que cae al suelo.  Se tumba a mi lado y empieza a besarme, mientras acaricia mi pecho. Vuelve a mi boca. Noto su miembro apoyado en mi muslo. Para un poco y según oigo se está colocando el condón. Otra vez en mi boca y en mis tetas, esta vez se queda en ellas, frotándose, las agarra y las masajea con la palma. Mete su mano dentro de mis bragas, la desliza una y otra vez. Introduce un dedo dentro de los labios, me revuelvo. Me besa en el cuello. Todo su cuerpo está inclinado sobre mí, me gusta… Sigue el beso, lento y profundo. Sus dedos bucean y empiezan a adentrarse más a fondo. Las lenguas resbalan lentamente, la corriente me llega hasta abajo. Resopla y respira fuerte. Me parece que se pone de rodillas en la cama, a mis pies. Hunde sus dedos en mis medias y las rompe, me las quita con las bragas, de una vez, sin permiso. Me gira sobre el costado, y cuando estoy boca abajo pone sus manos debajo de mi vientre tirando de mi hacia arriba. Me deja a cuatro patas. Se coloca detrás de mi y pone su mano abierta sobre mi trasero, quieta, caliente, va bajando hacia el muslo. Ahora vuelve a hacer lo mismo una y otra vez con las dos manos. Se pega a mí, su polla entre mis muslos, mientras sigue acariciando las nalgas; se desliza de abajo arriba de las caderas, repite el movimiento, y luego me agarra de ellas y entra lentamente, un poco. Se detiene y sale de nuevo. Vuelve a hacerlo otra vez, muy muy lentamente, y sale de nuevo. Ya me está torturando. 

Esta vez entra, pero hasta el fondo, y se queda pegado a mí unos segundos, solo hace unos pequeños movimientos rítmicos, casi circulares. Me noto llena. Me gusta sentir sus manos en las caderas, agarrando fuerte. Ahora se mueve un poco adelante y atrás, una y otra vez. Le oigo respirar intensamente, yo también hago lo mismo, el placer va subiendo, me muevo a su ritmo.  Cierro los ojos debajo del antifaz, me dejo llevar. Sus manos presionan más sobre mis caderas, y empieza a moverse cada vez mas fuerte, con sacudidas secas, y va aumentando poco a poco la fuerza a un ritmo lento pero constante. Sin ver nada, solo estoy pendiente de lo que siento, ráfagas hasta el vientre, gimo al ritmo que me marcan. Le oigo detrás resoplando. Muevo mis caderas arriba y abajo para seguir los empujones. La descarga es constante…

Ya va cesando poco a poco… Me va soltando, me dejo caer sobre un costado, respiro.

Está sentado a mi lado, pasa su mano sobre mi espalda. Me tapa con la sábana. 

Le oigo pasar al baño. Al rato sale y baja las escaleras, está en la cocina. Otra vez escaleras arriba, entra en el dormitorio y deja algo sobre la mesa de noche. Se sienta en la cama, noto las tijeras que cortan la cinta de mis manos, de un tajo. Me retira poco a poco el antifaz hasta que puedo verle, yo termino de quitarlo. Me mira. 

Rompo la regla de silencio y empiezo a hablarle, él hace lo mismo. Me pregunta si me ha gustado, respondo con una sonrisa y un arqueo de cejas, está claro. A él también le ha gustado. Ha subido dos vasos con Pedro Ximenez.  Qué bien le habéis informado… Es muy cálido y sabe sentirse a gusto y hacer sentir igual. Conversamos un rato. 

Más tarde volvimos a hacerlo, esta vez de otra de las maneras que me gusta… Y para terminar, me puse sobre de él. 

Todo fue tan fácil, natural, agradable como estaba previsto. Se despidió, dejó las llaves después de abrir la verja y desapareció. 

Yo me metí en la ducha, ya casi no había luz fuera. Me senté en la cama con el camisón.

Pensaba en lo que acababa de pasar. No era como estar contigo. Te imaginé sentado en la cama, delante de mí, mirándome con tus ojos azules, yo con el antifaz. Tú me besabas, y te tocabas, mientras él me follaba por detrás. Entonces me toque otra vez.

¿Cuándo vuelves?

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