Llego a casa con Daniel, al caótico apartamento que compartimos. Nadie podría pensar que un espacio tan desordenado pueda ser tan acogedor. Nunca he apreciado tanto ver ropa por el suelo, ese descuido viniendo de él me parece hasta que tiene sentido. Siempre procura ir arreglado dentro de su estilo bohemio, pero simplemente no pierde el tiempo en ciertas cosas.
Él sigue con su atuendo femenino, diseñado por mí para complacerme en el día de mi cumpleaños, para satisfacer mi fetichismo.
Pero la fiesta no ha terminado. Acabamos de hacerlo en el baño de un club. Estamos volviendo a casa razonablemente pronto para tener todavía mucha noche por delante, pero ya en casa.
Nada más llegar, se sienta en el sillón del dormitorio, confortablemente a tomar un whisky, no esperaba otra cosa. Es de gatillo fácil así que no me costará animarle, porque quiero hacerlo otra vez. No me canso. Cómo podría con un hombre así…
Me quito mi atuendo masculino, y me pongo un camisón corto negro, con un sujetador debajo y un tanga de encaje del mismo tono. Me quedo subida en unas sandalias. Saco de un cajón un antifaz negro, guardado para esta ocasión. Me siento a su lado y empiezo a beber de su vaso. Me gusta ese camisón tan corto, dice. Ya lo sé…, respondo, abriendo la boca para hacer una mueca en reconocimiento de mi travesura.
Sigue bebiendo tranquilamente, y yo también, pero me pongo un poco para mí de la botella en otro vaso. Me apetece marearme un poco. Lo suficiente para divertirme más. Nada me gusta más que estar con él entre estas cuatro paredes del dormitorio, en esta cama tan grande.
Me mira y dice. ¿Qué quieres que te haga? Has dicho… ¿Qué te lo haga como si te odiara? No es exactamente así. Sé que si le pidiera que me pegara me daría unos golpecitos con un peine en el trasero, no sabe ser violento.
¿Si te doy un puñetazo? Bromea. Si me das un puñetazo procura dejarme inconsciente porque yo te lo voy a devolver, respondo. Ya sé que eso no te gusta. ¿Entonces? No, no me gustan ni los tirones de pelo, ni los azotes siquiera. Alguno simpático lo puedo tolerar, pero no soy una yegua. Todo eso no me gusta, lo sabes. ¿Entonces qué? Pregunta. Me mira, parece que está empezando a excitarse y yo también.
Es otra cosa. Quiero que me uses, que hagas conmigo lo que quieras. Le enseño el antifaz. Me lo voy a poner y desde ahí haz conmigo lo que te apetezca.
Sonríe, es muy tentador. Voy a darle una pensada. Sonríe, parece que la idea le ha gustado.
Cojo mi vaso, y me acerco más a él. Le abrazo por encima de los hombros, acaricio su brazo, le miro. Empiezo a respirar fuerte. Quiero beber algo más. Veo que está pensando, mientras me mira. Sigue sonriendo. Me gusta esto.
Desnúdate, le digo, mientras bebes. Se quita todo el ropaje de mujer y se queda desnudo sentado en el sillón. Me encanta verlo sin ropa. Contemplo su cuerpo tan grande, el vello en el pecho que se une con el del pubis, muy abundante alrededor de su polla, las piernas y los brazos bien moldeados. Todavía hace ejercicio, hace lo que puede para mantener su cuerpo en equilibrio dentro de las adicciones.
Me pone el antifaz, lo ata con cuidado. Abre la boca, dice. La abro un poco, y noto mi vaso en el borde de los labios. Yo te doy de beber. Inclina el vaso un poco para que siga bebiendo whisky. En verano de adolescente me dejaron en un campamento donde criaban ovejas, dice. A las ovejas que se resistían les daban alcohol, para que se dejaran follar. Me río. Sigo bebiendo despacio de su mano, busco estar más achispada para disfrutarlo más. Ya estoy bastante cargada, creo. Mi vaso se ha terminado, parece. Espero en silencio.
Alargo mis manos para tocarlo, empiezo en el brazo, enseguida encuentra su vientre y busco su polla, ya erecta. Sonrío. Él se deja palpar un rato. Tocarle sin ver tiene un sabor diferente. De pronto me quita las manos y me dice. Tú no puedes hacer nada, solo lo que yo te diga. Sonrío. Espero impaciente.
Le oigo levantarse del sillón. Noto su dedo que se desliza en el escote del camisón, y sigue una línea sobre el sujetador, y se mete dentro. Un líquido se desliza por todo mi escote, baja por mi vientre, noto el olor fuerte del whisky y su aliento delante de mí, parece que se ha agachado. Descubre mi pecho izquierdo, noto su boca sobre él. Levanto mis manos para coger su cabeza, pero me las retira. Solo lo que yo te diga, las manos quietas. Me gusta esto… Siento su boca, está lamiendo su bebida favorita de mis tetas. Ahora parece que le toca al otro pecho. Noto su dedo dentro del tanga. Estás húmeda ya, bastante, dice. Pero voy a ver qué me apetece hacer contigo. Eso me ha sonado a gloria.
Abre las piernas, dice. Sepáralas. El mueve el encaje a un lado, noto su aliento, y otra vez el whisky que se desliza dentro de mis labios, y su lengua entrando. Tira de mis piernas y las abre más, inclinándome hacia arriba, y mete sus dedos, como me gusta lo que estoy sintiendo… Sabe que no me falta mucho para correrme, pero para de pronto. Me coge de la mano y me hace levantar, me lleva hasta la cama, a ciegas. Me sienta y me empuja hacia atrás. Me vuelve a abrir las piernas, vuelve a mover el encaje, y me penetra. No se mueve, pero quiero que lo haga, creo que me está observando. Se mueve un poco, solo me hace falta un poco más, pero entonces sale. Trago saliva y me muerdo el labio.
Tira de mis brazos y me vuelve a sentar en la cama, no es brusco pero sí seco. Abre la boca, dice. La abro y noto su polla entrando despacio. Usa tus manos y la boca como a mí me gusta, me ordena. Subo mis manos y le agarro. Esto no es una tortura, es un manjar. Lamo y acaricio de un lado a otro, él disfruta pero yo tampoco me quedo corta. Enredo mis dedos en el vello, totalmente salvaje. Toco los testículos, los masajeo… Le succiono, y muevo mi lengua con él dentro, haciendo tirabuzones alrededor. La saco y la trato como un helado, con mi lengua, con mis labios. Me la quita de las manos. Me coge de la cabeza, me abre la boca y deja gotear de nuevo un poco de whisky dentro, noto sus labios en los míos, su lengua entrando en mi boca, la recibo con la mía. Yo te beso, tú déjate, dice. Me dejo totalmente. Muerde, lame, presiona las comisuras obligándome a abrir…
Me empuja de nuevo hacia atrás y me coloca sobre mi costado derecho, me dobla las piernas. Me quita el camisón por arriba y me vuelve a sacar las tetas fuera del sujetador, las está tocando. De pronto noto que hurga otra vez en mis bragas, y que empieza a entrar otra vez, de lado esta vez. Cómo me gusta así… sigue un rato moviéndose dentro, pero sale antes de que me dé tiempo.
Despacio me coloca boca arriba otra vez, me quita el tanga y me abre las piernas… se coloca encima de mí y aprovecho para cerrar mis piernas en su espalda…
No ha habido ninguna queja. Me quita el antifaz.
Te he hecho exactamente lo que quería. Oye, me ha gustado esto… dices.